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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2012-10-18 | [This text should be read in espanol] | A Carlos Ram铆rez, por su maestr铆a en ciencia pol铆tica. Hago un par茅ntesis en mi anunciado receso acad茅mico para hablar de Punch Sulzberger, el peculiar editor y propietario del altivo New York Times que falleci贸 hace unos d铆as. Su nombre completo era Arthur Ochs Sulzberger. Durante 34 a帽os estuvo al frente del diario que su abuelo compr贸 en 1896, y lo llev贸 del linotipo a la computadora y de la presencia regional a la influencia internacional. Llama la atenci贸n que Punch desde joven parec铆a destinado a la gris existencia de un joven rico, no muy inteligente, apocado, heredero de la fortuna familiar y lejos de las prendas del periodista. En 1955 fue a las carreras de autos de Le Mans. Uno de los pilotos perdi贸 el control y su b贸lido invadi贸 las tribunas, con un saldo de 82 muertos. Punch, no sabemos si triste, horrorizado o al borde de un infarto, se retir贸 del circuito鈥 y no se le ocurri贸 hablar a su peri贸dico para pasar la nota. Era t铆mido, ensimismado y no se sent铆a a gusto entre las ruidosas, vanidosas y frecuentemente fatuas personalidades de los reporteros y articulistas que se saben miembros de un gran peri贸dico. Ilustra su car谩cter lo que le dijo a su hermana Ruth cuando asumi贸 la presidencia de la empresa, posici贸n en la que nadie le daba muchas esperanzas: 鈥淗e tomado mi primera decisi贸n ejecutiva: 隆no voy a vomitar!鈥 Durante las siguientes d茅cadas, sin embargo, fue responsable de la modernizaci贸n y expansi贸n del rotativo. Invirti贸 en nuevas tecnolog铆as, enfrent贸 con aplomo terribles conflictos con el sindicato, promovi贸 secciones que en su momento parec铆an disparates antiperiod铆sticos pero que resultaron f谩bricas de dinero pronto imitadas. Uno de los rasgos de su car谩cter era que no por ser el due帽o quer铆a que lo obedecieran鈥 pero insist铆a en ser escuchado. Contrat贸 a los profesionales m谩s capaces y les dio toda la libertad que exige esta profesi贸n, con los riesgos pol铆ticos y sociales del caso. Asist铆a regularmente a la junta editorial de primera plana pero s贸lo escuchaba y tomaba nota. Cuando deseaba hablar con el director editorial u otro funcionario, ped铆a una cita y aguardaba a ser recibido. Pero lo que quiero resaltar de este personaje es un episodio que lo separ贸 de la mediocridad anunciada: la publicaci贸n de un expediente ultra secreto que pas贸 al imaginario popular como 鈥渓os papeles (documentos) del Pent谩gono鈥. Debemos a su determinaci贸n, valent铆a y claridad de su responsabilidad como editor el que esos documentos hayan salido a luz p煤blica. De alguna manera Punch Sulzberger hizo el mundo un poco m谩s seguro cuando derrot贸 la soberbia pretoriana del Pent谩gono y la Casa Blanca. 驴Qu茅 fueron -son- los 鈥淒ocumentos del Pent谩gono鈥? Se trata de un expediente de siete mil p谩ginas en 47 vol煤menes oficialmente titulado Historia del Proceso Estadounidense de Toma de Decisiones de Pol铆tica sobre Vietnam: 1945 鈥 1967. Fue comisionado en 1967 por Robert S. McNamara, secretario de la Defensa de Kennedy, en un esfuerzo por sacar a luz y comprender los or铆genes del involucramiento norteamericano en Vietnam. McNamara era un muchacho prodigio de Harvard que hab铆a sido presidente de la Ford Corporation antes de que Kennedy lo hiciera Secretario de la Defensa. Era especialista en control estad铆stico y no cre铆a en 鈥搉i respetaba- lo impredecible. El suyo era el reino de lo cuantificable y lo medible. As铆, reuni贸 un equipo de brillantes acad茅micos de todas las disciplinas para desentra帽ar las causas de un conflicto que desde sus comienzos parec铆a destinado a ser el Waterloo norteamericano en el sudeste asi谩tico. Uno de los expertos se llamaba Daniel Ellsberg. Cuando conoci贸 la totalidad del estudio pens贸 de que era su deber hacer p煤blico ese testimonio de d茅cadas de mentiras, errores, decepciones y carnicer铆as del gobierno de su pa铆s. A finales de marzo de 1971, entreg贸 una copia a un periodista del New York Times a quien hab铆a conocido en Vietnam. As铆 comenz贸 la publicaci贸n del expediente del Departamento de la Defensa. La primera entrega apareci贸 el domingo 13 de junio de 1971, bajo un encabezado calculado para ser lo menos provocador posible: 鈥淎rchivo Vietnam: un estudio del Pent谩gono documenta 3 d茅cadas de creciente compromiso de los EU鈥, con pase a seis planas completas de informaci贸n. William Manchester la calificar铆a como 鈥渓a m谩s extraordinaria filtraci贸n de documentos secretos en la historia de los gobiernos鈥. Aunque con el tiempo el valor estrat茅gico de ese fichero fue puesto en duda, su filtraci贸n cimbr贸 a la administraci贸n y ocasion贸 que por primera vez en la historia de Estados Unidos el gobierno pidiera a un Juez Federal una orden de embargo precautorio de informaci贸n contra un diario por consideraciones de 鈥渟eguridad nacional鈥, el martes 15 de junio de 1971. Durante 17 d铆as -del domingo 13 al mi茅rcoles 30 de junio de 1971- el futuro de las relaciones entre la prensa y el Estado se mantuvo en la incertidumbre. Por la tarde de esta 煤ltima fecha la Suprema Corte de Justicia desestim贸, en votaci贸n de 6 a 3, los alegatos del gobierno de que la publicaci贸n del expediente fuera perjudicial para la seguridad nacional del pa铆s, declar贸 injustificado el embargo precautorio y autoriz贸 al Times a reanudar la serie. Esta decisi贸n ser铆a pivotal para el equilibrio futuro entre la leg铆tima necesidad del gobierno de recurrir al secreto en tiempos de guerra y la leg铆tima necesidad de la comunidad de enterarse de las acciones de su gobierno. Punch Sulzberger no permiti贸 al Consejo de Administraci贸n intervenir en la decisi贸n de publicar o no, y despidi贸 a quien hab铆a sido su abogado durante 23 a帽os cuando 茅ste rehus贸 defender en los tribunales el derecho del diario a divulgar documentos secretos que los editores juzgaban de claro inter茅s p煤blico. (Al mismo tiempo, en el Washington Post los periodistas libraron una batalla campal para convencer a los abogados y a los administradores de que ten铆an la obligaci贸n de dar a conocer esos materiales a la ciudadan铆a.) Durante aquellos 17 d铆as de junio el diario se enfrent贸 al gobierno de su pa铆s en un r铆spido proceso legal. 脡ste se empe帽aba en demostrar que en tiempos de guerra la libertad de expresi贸n es una amenaza a la seguridad nacional y por lo tanto a las libertades fundamentales, y aqu茅llos en que precisamente la libertad de expresi贸n es la que fortalece a la naci贸n, particularmente cuando se trata de una guerra no declarada. Lo que los documentos del Pent谩gono no lograron inicialmente, Nixon y sus estrategas s铆: los medios nacionales se agruparon como uno en defensa del Times y el expediente sobre Vietnam se hizo noticia nacional. Los m谩s influyentes diarios encabezaron la defensa y pronto entraron al verdadero fondo del asunto: la relaci贸n de los medios con el gobierno y el papel que juegan en una sociedad democr谩tica. El caso de los 鈥渄ocumentos del Pent谩gono鈥 fue un hito en la historia de la libertad de prensa estadounidense y causa importante para entender qu茅 fue lo que hizo posible que dos a帽os m谩s tarde el Washington Post se mantuviera firme en una empresa period铆stica tan aparentemente f煤til como fue en sus inicios Watergate. La Suprema Corte concedi贸 que la publicaci贸n de los documentos podr铆a causar serio da帽o a la pol铆tica exterior e interior de la naci贸n, pero una mayor铆a de los jueces consider贸 que era m谩s da帽ina la censura previa. El voto de 6 a favor y 3 en contra estableci贸 jurisprudencia que acota seriamente la capacidad del Presidente y de los altos funcionarios del gobierno para impedir la divulgaci贸n de informaciones potencialmente perjudiciales a la seguridad nacional. Los votos en contra consideraron, en t茅rminos generales, que la Primera Enmienda no puede ser absoluta y que bajo determinadas circunstancias el gobierno est谩 en su derecho para mantener fuera del conocimiento de la opini贸n p煤blica informaciones relativas a la pol铆tica exterior y a conflictos b茅licos. Las familia propietaria del diario, los Sulzberger hist贸ricamente se ha visto a s铆 misma como depositaria de un bien p煤blico. Entre sus integrantes hay el consenso de que la familia se reserva la 煤ltima palabra en asuntos concernientes al papel del diario en la defensa de las libertades ciudadanas. Incluso hoy mantienen el compromiso de nunca vender las acciones con calidad de voto fuera de la familia, para jam谩s perder el control de la compa帽铆a. En el Times estaban convencidos de que no s贸lo el peri贸dico, sino el pa铆s, perder铆an estabilidad y continuidad si la familia abdicaba del derecho a tomar decisiones contrarias al mercado. 驴Qu茅 suceder铆a -se preguntaban- si al frente de la compa帽铆a estuviera un administrador que considerara que su principal responsabilidad era con los accionistas y no con la comunidad? 驴O un director m谩s preocupado en quedar bien con el Presidente que con los lectores? 驴C贸mo se habr铆a alterado la historia si la decisi贸n de publicar el expediente del Pent谩gono hubiese reca铆do en un administrador profesional y no en Punch? Las respuestas son evidentes para el periodista. Me parece que Arthur Ochs Sulzberger, el sencillo y apocado heredero, nos dio un ejemplo que ojal谩 otros editores, en otras latitudes, siguieran. Le decimos, pues, 鈥済oodbye, Punch!鈥 Profesor 鈥 investigador en el Departamento de Ciencias Sociales de la UPAEP Puebla. 17/10/12 Tuit: @sanchezdearmas Blog: www.sanchezdearmas.mx Si desea recibir Juego de ojos en su correo, env铆e un mensaje a: [email protected] |
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