CARRERA FINAL


Se sabía un privilegiado.
Las potrancas lo miraban con ojos de gacela en celo.
Con solo observarlo desaparecía el ceño de león
de su dueño.
Todos decían “¡qué hermoso animal!”
La jauría humana lo alentaba mientras corría.

Después de la rodada
sintió un ruido seco en la pata delantera.
Imposible pararse.
Estaba arrodillado y todos lo miraban
con desgano o lástima.
En su interior palpitaban sus vísceras.
Su relincho era furioso cuando el dolor aumentaba.
Por donde salía el hueso
le fue creciendo una sutil herida, con untuosa baba.
Asediada por moscas obstinadas.

Hasta que dijeron ¡basta!
Ahora él, que ganó tantas carreras, derrotado, olvidado,
ha de partir.
Hoy es el término.
Ya oye los cascos que lo buscan, envuelven, atormentan.
Escucha voces de verdugos,
siente el íntimo pinchazo,
se le cierra la garganta…
Convertido en un latido azulado
en medio de un ensueño, parte al galope.




GP.©