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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2010-03-06 | [This text should be read in espanol] | Corría el año, bueno no se realmente que año, han pasado tantos, pero ese año y todo lo que me pasó esa horrorosa noche de febrero ha dejado una huella muy difícil de borrar en mi. Todo empezó cuando decidí dejar mi morada y dedicarme a viajar; mi tutor por su parte quería obligarme tardíamente a estudiar leyes, las cuales por cierto yo odiaba; él quería que yo fuera el hombre que el nunca fue. A mi me apetecía ver el mundo a mi manera, quería encontrarme a mi mismo y bajo estas circunstancias fue que decidí partir y dejar todo atrás; mi partida no fue nada penosa ya que sentía que a ese lugar no pertenecía. Viaje por lo ancho de la tierra, conocí diferentes países, diferente gente, algunos modos extraños, credos inimaginados; amores vinieron y se fueron como las estaciones, dejando un cambio significativo pero no alarmante en mi ser ; pero no pude encontrar el amor verdadero, mi verdadero amor había muerto en el pasado. Un día en el que me encontraba viajando, mi carruaje sufrió un pequeño percance, el cochero dijo que lo mejor era esperar hasta el otro día ya que la tarde era muy avanzada y la caída del sol inminente; sin embargo al fijarme bien a unos cien metros de donde me encontraba pude ver un cruce de caminos; cada camino encerraba algo misterioso que por cierto llamó mi atención; hubo un camino que me atrajo sobre los otros, este iba hacia el sur, un letrero lo acompañaba y se contoneaba al compás del viento, este decía “El Cardo 4.14 millas” Una voz interior me obligó a seguir ese lúgubre camino a la caída del sol; el cochero trato en vano de persuadirme diciendo que ese camino no me llevaría a nada; a nada bueno supuse, ya que creí haber encontrado en ese sendero, algo que creía olvidado y sepultado por el paso de los años. El tiempo pasó, el sol cayó y yo caminaba sin llegar a mi destino; de pronto el miedo se apoderó de mi, era un miedo excitante que me inducía a seguir caminando; hasta que de pronto divisé un pequeño poblado ensombrecido por la noche, era definitivamente El Cardo; mi llegada fue silenciosa, entré como un ladrón en aquél olvidado pueblo. La gente al verme se sintió feliz ya que interrumpí su monótona vida, me recibieron muy bien, siendo muy hospitalarios conmigo dentro su capacidad tal vez limitada pero no por eso menos meritoria; me dieron de comer un reconfortable guiso de cordero virgen y abundante vino; y posteriormente me ofrecieron un lugar donde quedarme, el que no me convenció del todo, ya que me contaron, no se si intencionalmente, que allí había vivido la vieja curandera del pueblo, la cual fue quemada viva al haber sido sorprendida por los pobladores practicando terribles actos de magia negra con pequeños infantes; el lugar era una deslucida casa, sus paredes estaban algo carcomidas y resquebrajadas y un olor penetrante inundaba sus pasillos; había sin lugar a dudas algo sobrenatural en ella, algo que iba más allá del puramente analítico entendimiento humano, pero nada de esto me importó , en ese momento yo solo quería descansar, así que me instalé en mi alcoba y me acosté en la gran cama ubicada al lado de la ventana , por la cual entraban los penetrantes rayos de la luna llena iluminando a su paso la tétrica estancia. La gran cama era confortable así que traté de dormir pero no pude, se me hizo momentáneamente imposible conciliar el sueño, ya que vagos recuerdos de mi pasado afloraban en mis pensamientos; el recuerdo de mi antiguo amor Sara; la cual murió en circunstancias misteriosas hacía casi un lustro, asaltó mi turbada mente; eso me sobresaltó.¿Acaso Sara no había pasado a formar parte del olvido?, de ese olvido necesario por parte mía, ese olvido que me permitía seguir subsistiendo en este mundo. Al cabo de largos minutos de sofocarme con mis pensamientos, el sueño llego a mí pero trajo consigo una horrenda pesadilla, en la cual me veía a mi mismo, mi rostro reflejaba una tristeza aterradora, me encontraba en un lugar desconocido y apartado donde el miedo y el dolor lo eran todo, estaba encadenado a las paredes y un ser sumamente despiadado me hacía su dueño; fue entonces cuando desperté, todo mi cuerpo sudaba y me sentía agitado y sobresaltado; trate de levantarme de la cama sin lograrlo, había despertado de una pesadilla a otra, solo que esta era real. De pronto pude percibir una presencia en la estancia, era un ser intangible, una especie de ente trasponiendo la gran ventana; no podía verlo pero lo sentía, era una hermosa mujer, sentí como me miraba fijamente y se acercaba a mi muy lentamente; también sentí como se recostó sobre mis piernas que estaban paralizadas en se momento; algo de ella me atrajo, fue el misterio que ella encerraba, el que me llevó a seguir adelante con este desconocido encuentro sin oponer ninguna resistencia; quise hablar, pero mis palabras no brotaron, quise tocarla, más no podía moverme, quise tenerla, pero algo nos separaba, ella se encontraba en otro plano de existencia, un plano al cual yo me aproximaba, porque creí en ese momento saber quien era ella . Era mi fallecida amada, aquella que en su otra vida había sido mi luz y mi razón; era mi amada Sara¸ de pronto ella tendió su mano y me invitó a dejar esa simple envoltura que nos separaba. Así lo hice, solo me dejé llevar, al hacer esto creí ser feliz, creí ser la persona mas afortunada en toda la supuesta existencia humana; había cruzado un plano existencial para reunirme con mi amada, ya ni la muerte nos separaría; pero mi felicidad se vio rápidamente truncada, porque de pronto percibí una risa maliciosa por parte de ella, una risa que denotaba un triunfo inminente sobre mi; ciertamente no supe que pasaba en aquél momento, un miedo visceral me carcomió las entrañas, fue entonces cuando me di cuenta de que no era ella; quise regresar pero ya era demasiado tarde, yo le pertenecía; había sido vilmente engañado por un Súcubo. |
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