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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2006-11-25 | [This text should be read in espanol] |
La nave Fobos quedó varada en el espacio a millones de años luz de nuestro planeta. Era imposible rastrear el sitio en el que habÃa quedado suspendida, ya que los canales de comunicación estaban totalmente inutilizados. Solamente era posible observar el firmamento en el cual se dibujaban constelaciones nunca vistas, y por suerte aún se podÃa escuchar la música cargada en los programas. Desde los micro orificios estampados en las mamparas aún se podÃan escuchar a Astor Piazzola, Frank Zappa y Pink Floyd. Los cinco tripulantes procedieron a un recuento de las provisiones, y el resultado de esto daba que el alimento en cápsulas iba a durar por lo menos un año terrestre más, mientras que los fármacos, sino ocurrÃa nada grave eran totalmente suficientes, ya que sus fechas de vencimiento se extendÃan mucho más que el tiempo que iban a alcanzar los nutrientes. Los programas de exploración espacial guardados en las computadoras tanto como los sitios de red, ya no respondÃan, casi como que hubieran sido previstos para otra dimensión del espacio y seguramente del tiempo. El primer momento fue de alerta y preocupación y no se descartaba la posibilidad de reparar la nave y proseguir el viaje, revisando e intentando de mil maneras poner en funcionamiento los equipos, a veces cayendo en actitudes casi de ritualidad mágica, suponiendo que cambiando algo de lugar la cosa fuera a funcionar.
Luego de este primer perÃodo sobrevino el letargo y el aburrimiento y de vez en cuando despuntaban la crÃtica, la autocrÃtica y el reproche. Se llegaba a decir que esta impronta espacial comenzaba a perder sentido, en tanto en la Tierra proseguÃan las guerras y el hambre, y que tanta sofistiquerÃa aplicada a esto, mientras haya humanos padeciendo era un despropósito, y que ellos mismos se tornaban cómplices de todos esos desajustes. Uno de ellos comenzó a escribir sus memorias casi como suponiendo que alguna vez alguien las podrÃa llegar a leer, y asà transcurrieron varios meses cuando aconteció lo que ya se habÃan resignado a creer. A través del cristal que los separaba del exterior, apareció frente a sus ojos una extraña nave con forma topológica, con una figura que hacÃa recordar a la botella de Klein. Nunca antes habÃan imaginado tal formato y mucho menos aplicado a un móvil espacial. De repente se interrumpió el sonido de Hot Rats de Zappa y se escuchó a través del sonido de las mamparas, una voz pausada y serena que les decÃa: -No teman nuestra presencia. No somos piratas del cosmos, sino una tripulación de cientÃficos recorriendo esta parte del espacio sideral que al verlos varados los vinimos a socorrer. Si nos permiten el acceso a vuestra nave, en seguida estará allà una pequeña comitiva nuestra. La tripulación terrestre optó por permitirlo a pesar de no hacerlo con gran entusiasmo sino más bien con un alto tenor de desconfianza, pero teniendo en cuenta que no tenÃan opción al respecto, se decidieron a que se produzca el acceso. Se abrió la escotilla e ingresó un pequeño móvil trayendo a cuatro visitantes que para la sorpresa general eran dos mujeres y dos hombres. El capitán de Fobos supuso entonces que los alienÃgenas se habrÃan metamorfoseado tras haber detectado la configuración genética de los perdidos en el espacio. Las primeras palabras de una de las visitantes fue: -Se lo que pensó capitán, pero les aseguro a todos que nuestro contexto anatómico es el que mostramos y ningún otro, ya que no tenemos nada que ocultar adoptando formas extrañas. Por lo que sà veo, es que encontrarnos mutuamente es uno de esos hechos del azar cósmico, ya que en extensiones de extrema longitud y profundidad con las que cuentan los tres espacios del universo anudados en un sitio descentrado del mismo, es solamente posible a partir de una inesperada casualidad. A nosotros no deja de sorprendernos encontrarnos con otros humanos, con otro fragmento de esa especie originada en el planeta Ra. Otro de los visitantes tomó la palabra : -Se nota muy claramente en ustedes una emoción que para nosotros está perdida desde hace aproximadamente medio centenar de generaciones, y se trata de la desconfianza. En cuanto a ella no les pedimos que no la tengan ya que no se funda como tal en quien la siente, sino en el otro, en aquel por quien se la siente y esto es de alguna manera inevitable en presencia de extraños, en tanto no es más que un efecto defensivo. Solamente les decimos que si lo sienten asà por nosotros, ese sentimiento en ustedes, es totalmente injustificado. Nuestros arqueólogos en ciencias de la subjetividad han indagado bastante en cuanto a como se daba este fenómeno, sus causas y también las formas de su desaparición paulatina, siempre en relación dialéctica con respecto a los contextos emanados de las objetividades colectivas, que a su vez siempre fueron su determinación en última instancia. Entonces prosiguió la otra mujer visitante: -El planeta Ra fue uno de los tres que hacÃan su órbita en relación a una estrella perteneciente a una rara constelación llamada Amor, rara digo por su forma, obviamente, en tanto nunca más se volvió a encontrar en el resto del espacio un cúmulo de estrellas que puedan conformar tan brillantemente esa figura y eso que lo intentamos hacer inductivamente suponiendo una mirada desde infinidad de puntos ubicados en recónditos sitios del espacio. Sucedió muchas veces que tuvimos la ilusión de encontrar un sÃmil, pero bueno, luego descubrimos con cierto destello de angustia que nos habÃamos equivocado. De todas formas no descartamos que desde algún lugar aún no alcanzado, sea posible ver a un hombre y una mujer abrazándose y besándose tiernamente, haciendo el amor sentados frente a frente. Por lo que pudimos reconstruir, se trataba de una imagen extremadamente bella y es por esto que no perdemos la esperanza de reencontrarla nuevamente en el espacio. Cuando las estrellas que conformaban esa constelación se fueron apagando de manera lenta pero súbita, la humanidad emigró hacia distintos puntos del universo incluidos los tres espacios anudados. Fue asà como el homo sapiens quedó desperdigado en vaya a saber cuantos puntos del firmamento. Continuó entonces el visitante que aún no habÃa hablado: -Nuestra colonia desde que se precipitó a esta tarea de investigación cientÃfica ha encontrado ya una veintena de dominios dispersos. Ustedes vienen a ser los vigésimoprimeros, y esto naturalmente no es nada más que un azar cósmico. Estamos seguros por nuestro pasado, que muchas colonias donde están incluidos ustedes, no tienen el más mÃnimo conocimiento acerca de esto, es decir sobre nuestro origen común. Esto lo inferimos a partir de saber que en los tiempos en que en nuestra colonia reinaba el sentimiento de desconfianza, que se originó seguramente luego de abandonar Ra, nos era imposible creer que podÃamos tener existencia mucho más allá de nuestros mÃseros horizontes. En el tiempo de la desaparición de ese inútil pero justificado sentimiento, en el planeta que habitábamos fueron produciéndose algunos acontecimientos por lo demás significativos sin los cuales hubiera sido imposible esta desaparición. Nuestra humanidad estuvo desde que llegamos a ese planeta, sumergida en la miserable lógica del poder en tanto relación que somete a algunos a ejercerlo y a otros a padecerlo, pero también a resistirlo. Precisamente una minorÃa de los que resistÃan comenzaron a ver la posibilidad real de difuminarlo, y cuando esa minorÃa dejó de serlo en tanto las mayorÃas tomaron ese programa, cuando pudieron comprobaron la viabilidad real de la eliminación de las miserias, de la desprotección, del hambre, del egoÃsmo, de las humillaciones y de todas las podredumbres que surgÃan del poder, se decidieron a clausurar con su existencia histórica, aunque no faltaron nunca los que se encandilaron con él. Se construyó asà una sociedad de iguales, con justicia, y es asà como la desconfianza ya dejó de tener sentido alguno. Es asà como pudimos aventurarnos a explorar el cosmos, no ya con el sentido de invadirlo para beneficios bélicos, sino como extensión de la humanidad y es en este intento que descubrimos que la historia se habÃa iniciado en Ra y que habÃa más humanidad en el espacio. Ya les estamos diciendo que si encontrásemos nuevamente una constelación como la del Amor, estarÃamos proyectando ocupar un planeta, un nuevo Ra donde unificar a toda la humanidad desperdigada en el cosmos, a toda esa masa crÃtica de seres que de alguna forma conservan en sus ensueños la figura de aquella constelación. En definitiva estamos por recuperar la humanidad. |
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