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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2012-01-31 | [This text should be read in espanol] | Cuentan que a Riszard Kapuscinsky s贸lo lo pudieron separar de su m谩quina de escribir cuando lo llevaron al quir贸fano, y que despert贸 de la anestesia para despedirse y morir. Ten铆a 74 a帽os. Pienso que tal vez m谩s que de enfermedad, muri贸 de tristeza al saber que su carrera hab铆a llegado al final. Hay hombres que forjan sus propias leyendas y Kapuscinsky fue uno de estos privilegiados. Estudi贸 historia y abraz贸 el oficio de reportero en un peque帽o diario de su natal Polonia. Por confesi贸n propia lleg贸 a los 25 a帽os de edad sin haber le铆do una obra 鈥渧erdaderamente importante鈥, pero no corri贸 la suerte de tantos y tantos colegas que languidecen sin pena ni gloria en el oficio o que entran en un proceso de degeneraci贸n, sin ideales, sin fe, 鈥減ero eso s铆 鈥揗anuel Buend铆a dixit-, con un gran apetito de r谩pidas ganancias鈥. De esos modestos inicios se alz贸 para ser considerado el padre del 鈥渘uevo periodismo鈥, un reportero a quien Garc铆a M谩rquez llam贸 maestro. 鈥淭ienen fuego en el vientre鈥 dicen los anglosajones de esas personalidades ind贸mitas que parecen no conocer fronteras. En el caso de Kapuscinsky, quiz谩 sea el t铆tulo del pen煤ltimo de los quince libros que escribi贸 el que mejor explique el camino que eligi贸: Los c铆nicos no sirven para este oficio. No me equivoco, entonces, si propongo que a Kapuscinsky lo movi贸 el amor. El amor y el respeto por s铆 mismo y por su profesi贸n. El amor por la verdad. El amor por la palabra. El amor por la inteligencia y el conocimiento. En Los cinco sentidos del periodista escribi贸: 鈥溌縋or qu茅 algunos textos pueden vivir cien a帽os y otros textos mueren al d铆a siguiente de su publicaci贸n? Por una diferencia capital: los textos que viven cien a帽os son aquellos en los que el autor mostr贸, a trav茅s de un peque帽o detalle, la dimensi贸n universal, cuya grandeza dura. Los textos que carecen de este v铆nculo desaparecen鈥. Antoine de Saint Exup猫ry explic贸 este principio con otras palabras: 鈥淪i quieres construir un barco, no reclutes hombres para que recojan madera, ni dividas el trabajo, ni des 贸rdenes. En vez eso, mejor ens茅帽ales a anhelar el inmenso e infinito mar鈥. Este anhelo de lo inmenso e infinito, si lo pensamos bien, explica que la obra de Kapuscinsky sea de las que durar谩n cien a帽os. El polaco subi贸 al Pante贸n en donde habitan otros periodistas que trascendieron las limitaciones artificiales de nuestro oficio: John Reed, Jos茅 Alvarado, Louis Fischer, Arthur Koestler, George Orwell, George Polk, Manuel Buend铆a, Edmundo Valad茅s, Andr茅 Malraux, Walter Lippmann, Mart铆n Luis Guzm谩n, H茅ctor P茅rez Mart铆nez, Edgar Snow, por citar algunos nombres que me vienen a la mente. Es claro que Kapuscinsky supo reconocer y fue heredero de una gran tradici贸n period铆stica. Muy joven decidi贸 salir de Polonia y durante a帽os fue corresponsal en las m谩s rec贸nditas regiones del planeta. Algunas de sus haza帽as me recuerdan la que consignan Christian Brincourt y Michel Leblanch en un tomo maravilloso titulado Los reporteros, publicado a principio de los setentas del siglo pasado: 鈥淎 comienzos de este siglo la simple palabra 鈥榬eportaje鈥 era sin贸nimo de haza帽a, y los que lo efectuaban eran, por supuesto, periodistas, pero tambi茅n, y quiz谩s ante todo, aventureros. En aquella 茅poca no hab铆a jets y el tel茅fono no funcionaba en el 谩mbito internacional. El reportaje en el extranjero era una expedici贸n. 鈥淓l 1 de enero de 1930, el diario Le Matin envi贸 a Joseph Kessel, uno de sus grandes reporteros, a seguir las rutas de los mercaderes de esclavos en Abisinia. [...] Para trasladarse a la base de su reportaje, Kessel y sus amigos navegaron durante tres semanas. 鈥淔ormaban su equipo cuatro hombres: el teniente de nav铆o La Blanche, un m茅dico meharista que hablaba 谩rabe, Emile Peyr茅, y Henry de Monfreid, indiscutiblemente el rey del tr谩fico en el Mar Rojo. Monfreid era el hombre clave del reportaje. Gracias a 茅l Kessel pudo llegar hasta las rutas secretas de los mercaderes de esclavos. El conjunto de la operaci贸n, financiada por Le Matin, deb铆a durar algunas semanas. En realidad, las semanas se convirtieron en seis meses y el reportaje tuvo por escenario Etiop铆a, el desierto de Somalia, el Mar Rojo y el Yemen. 鈥淒urante seis meses de reportaje, Kessel y su equipo vivieron mil aventuras en mil escenarios distintos. El Rey de Reyes les condecor贸; se vieron mezclados en la terrible guerra tribal de los dankalis y los issas; estrellaron un avi贸n en los altiplanos de Abisinia, compraron mulas y camellos para atravesar durante quince d铆as un desierto abrasador, viviendo 煤nicamente de d谩tiles y de arroz, y descubrieron finalmente las caravanas de esclavos. Asistieron al rapto de pastores que eran vendidos en el mercado de esclavos, cambiaron bloques de sal por monedas de oro; se enfrentaron con un mot铆n de sus camelleros; buscaron refugio en los fortines somal铆es; cruzaron el Mar Rojo en una barca de pesca durante una terrible tempestad y esperaron un mes en el Yemen la autorizaci贸n del Im谩n que les permitiera visitar Sanaa, la capital de la esclavitud. Y descubrieron al 煤ltimo gran se帽or turco, Ramhib Baj谩, asistieron a la revuelta yemenita y presenciaron c贸mo eran decapitados los prisioneros. Al regreso, el reportaje de Kessel fue anunciado con carteles por las calles de Par铆s. Le Matin tir贸 120 mil ejemplares adicionales. El reportaje hab铆a costado en aquella 茅poca un mill贸n de francos.鈥 Esta pieza period铆stica alert贸 a los gobiernos de la 茅poca sobre un lucrativo comercio de humanos que se supon铆a erradicado, y supongo, aunque no lo puedo documentar, que se tomaron medidas para atajarlo. El reportaje de Kessel ilustra una de las consecuencias del periodismo ejercido con profesionalismo y a conciencia: arrojar luz sobre hechos que tienen impacto social, en t茅rminos de la memorable met谩fora del faro de Lippmann, cuyo haz alumbra, aqu铆 y all谩, elementos de la realidad y los desvela al escrutinio social. La historia de nuestra profesi贸n est谩 salpicada de narraciones que tuvieron un impacto m谩s all谩 de lo period铆stico. De memoria cito algunas: John Reed cabalga con la Divisi贸n del Norte en 1911 y sus cr贸nicas, recogidas en M茅xico Insurgente, cambian la percepci贸n de la Revoluci贸n mexicana en Estados Unidos. En 1917 reportea la Revoluci贸n de octubre y su libro Diez d铆as que estremecieron al mundo es la mejor cr贸nica de aquel evento. Fue enterrado en las murallas del Kremlin. Edgar Snow es el primer periodista occidental que visita el centro de mando del Ej茅rcito Rojo y entrevista a Mao Tse Tung en 1936. Su libro Estrella roja sobre China es clave para comprender aquel movimiento que derrotar铆a a los nacionalistas de Chiang Kai Shek. Fue enterrado en Pek铆n. Louis Fischer sigui贸 a Gandhi en sus jornadas por la Independencia de la India y escribi贸 una biograf铆a del Mahatma gracias a la cual hoy valoramos las dimensiones de la lucha de ese gran dirigente. El texto de Fischer fue el libreto para la pel铆cula Gandhi de Richard Attenborough. Mart铆n Luis Guzm谩n nos dej贸 en La sombra del caudillo uno de los m谩s v铆vidos retratos del momento fundacional del pa铆s que somos. Sus p谩ginas, y la pel铆cula secuestrada durante a帽os por el autoritarismo, nos permiten apreciar mejor de d贸nde venimos y por lo tanto tener mayor claridad sobre nuestro futuro. El gran debate sobre si el periodismo es o no literatura, o si el periodismo es o no el registro cotidiano de la historia queda solucionado con estos ejemplos. Honremos la memoria de Kapuscinsky, fallecido hace cinco a帽os este mes. Profesor 鈥 investigador en el Departamento de Ciencias Sociales de la UPAEP Puebla. 25/1/12 @sanchezdearmas www.sanchez-dearmas.blogspot.com Si desea recibir Juego de ojos en su correo, env铆e un mensaje a: [email protected]
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