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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2006-04-05 | [This text should be read in espanol] | Organizada por la Cinémathéque française y El Deseo Con el patrocinio de PATHÉ y de la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España, SEACEX. Con la cooperación de los Ministerios de Cultura y de Comunicación de Francia, el Centro Nacional de Cinematografía y los Ministerios de Cultura y de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España Y con el apoyo de France Inter, Télérama y la FNAC Comisarios de la exposición : Matthieu Orléan y Fréderic Strauss Escenografía : Natalie Criniére - Agence NC *** Dosier de prensa : 1-Introducción A partir del 5 de abril, la Cinémathèque française abre sus puertas a Pedro Almodóvar y sincroniza su reloj con España, y esto, durante varios meses. No hemos escatimado en nada: Exposición + Retrospectiva + Carta blanca al autor de Todo sobre mi madre y Hable con ella, por no citar más que dos de sus dieciséis películas, sin contar la nueva, Volver, anunciada para el próximo mayo. Por lo tanto, el acontecimiento no consistirá únicamente en dicha exposición, que Almodóvar no sólo ha aceptado, sino a la que ha contribuido en gran medida, trabajando con nosotros, con entusiasmo y rigor. El proyecto ¡Almodóvar Exhibition! nació hace más de un año. Larga preparación, gestación, numerosas idas y venidas entre Madrid y París. Esbozos, muchos dibujos y maquetas. Coordinación permanente. Miradas sobre una de las obras más estimulantes del panorama cinematográfico actual, a través de diversos objetos, cuadros, fotografías y carteles, que remiten a toda una forma artística. Algunos visitantes se sentirán desconcertados, otros encontrarán de entrada sus señales en este laberinto de colores y pulsiones imaginado por el mismísimo Pedro Almodóvar, con la complicidad activa de Frédéric Strauss (autor de un libro de entrevistas convertido en referente) y de Matthieu Orléan, así como la imaginación sin límites de una escenógrafa con talento, Nathalie Crinière. Esta segunda exposición temporal en el número 51 de la rue de Bercy, tras el éxito de Renoir/Renoir, constituye el eje principal de nuestra programación, en el sentido amplio del término, de cara al público o los públicos de la Cinemateca. Revelar/desvelar una obra, intentar penetrar en ella por la puerta de atrás e ir descubriendo el «laberinto de pasiones» omnipresente en la obra, en cada película del cineasta español, conocido y reconocido ya de forma universal. Se trata de un estimulante proyecto sobre y en compañía de un artista contemporáneo. Asimismo, Almodóvar se ha prestado de buen grado al juego de la Carta Blanca. Para cada uno de sus dieciséis largometrajes, ha elegido para nosotros sus películas de cabecera, las que constituyen en cierta forma su «mapa del país de Tendre», su cinemateca íntima y venerada. Hay que tomarlo totalmente en serio, y al pie de la letra, cuando afirma que el cine forma parte de su vida, y que cada película, de Billy Wilder, Bergman, Renoir, Mitchell Leiden, Cukor, Mankiewicz, Sirk, Chéreau o Cassavetes, es para él un amigo, un pariente cercano. Estamos ante la cinefilia como modo de vida. Serge Toubiana Director General de la Cinèmathèque française. *** Al hilo de la exposición: Se describen a continuación los diferentes espacios de la exposición, para mostrar qué visión de conjunto tendrán los visitantes, qué aspectos de la obra de Pedro Almodóvar podrán explorar, uno tras otro. Directrices: Los diversos espacios de la exposición se abordarán desde dos compromisos estéticos diferentes. Por una parte, una vivacidad de colores, fiel a la primera imagen que se tiene del cine de Pedro Almodóvar (sobre todo para el espacio Pop y el espacio Espectáculo). Por otra, un universo visual más depurado, más sencillo (negro, blanco, colores neutros), que sugieren la evolución del cineasta, más interesado hoy en día en los contrastes entre el blanco y el negro, la luz y la sombra, que en el color por el color (este enfoque quedará patente sobre todo en el espacio de la Figura humana y el de lo Escrito). 0. Entrada Lo primero que descubren los visitantes al entrar en la exposición es la cartera que Pedro Almodóvar Caballero llevaba al colegio. En el fondo de una hornacina, cuya profundidad se ve exacerbada por un efecto de falsa perspectiva, este objeto aislado, colocado sobre una bandeja giratoria inaccesible e intrigante, sitúa la exposición bajo el signo de una búsqueda del misterio de la creación. Esta cartera de madera sencilla, que deja entrever un interior rojizo, recuerda los orígenes del cineasta, hijo de una familia humilde, y se convierte en el símbolo de su futura creatividad, que parece permanecer atesorada en su interior. 1. Emoción.La obra en rojo y el origen de una pasión Al entrar en una sala con un techo de escayola, de unos cincuenta metros cuadrados, los visitantes se ven directamente inmersos en el núcleo de un universo saturado y sorprendente: muros, suelo y techo están pintados de un rojo intenso, resaltado por la luz que irradian las fotografías expuestas y retroiluminadas. Además, esta sala, con uno de los muros curvados, lo que suaviza un poco el espacio, está envuelta en una atmósfera sonora singular: un encadenamiento de varias músicas compuestas por Alberto Iglesias para las películas de Pedro Almodóvar, así como la voz de Chus Lampreave recitando, en La Flor de mi secreto, el poema «Mi aldea», escrito por la madre del director. Rescata el recuerdo del paisaje de los orígenes, el de La Mancha, que aparece en el fragmento de La flor de mi secreto, proyectado sobre una pantalla transparente, que el visitante puede ver desde ambos lados. En el suelo, en el centro de la sala, se reproduce un mapa de España: seña de identidad, símbolo de las raíces, ofrece en este caso información sobre los viajes del cineasta y de sus personajes en el interior de su país. Si Madrid se encuentra en el centro de todas sus películas, Pedro ha rodado también en Barcelona ( Todo sobre mi madre) o en Córdoba ( Hable con ella). En la pared derecha y en la izquierda, una serie de fotos sacadas de las películas de Pedro Almodóvar permiten aprehender con la mirada toda su obra, cuyo hilo conductor se concreta aquí en la permanencia del uso del color rojo de un film a otro. El rojo resalta con fuerza ya que las fotos se han ampliado y son muy luminosas, gracias a la retroiluminación. Volver, la nueva película del director, estará presente aquí, también con una imagen rojiza. El texto declamado por Chus Lampreave desfila en letras rojas sobre franjas luminosas, escrito en español (el texto original), pero también en francés y en inglés. Asimismo, en estas pantallas van pasando los títulos de todas las obras de Pedro Almodóvar (desde las de corta duración hasta los largometrajes). Otro rojo intenso: el de un cuadro emblemático de Joan Miró, que recuerda con su trazo ingenuo y encantador un dibujo de infancia, y permite situar desde el comienzo las raíces de la obra de Almodóvar en una Historia del arte que la enmarca: la de su país. En la pared del fondo, una vitrina reúne elementos ligados a la juventud de Pedro Almodóvar, a sus orígenes familiares. Para crear un contraste con el aspecto casi conceptual de la sala, dicha vitrina está fabricada en roble tintado y recuerda a un mueble clásico, como un aparador. De esta manera, encontramos dos elementos importantes yuxtapuestos en la obra de Almodóvar:la modernidad y la tradición. Sobre este mueble, inspirado en el mobiliario de la España tradicional, hasta en las cortinas de encaje de las que cuelgan marcos típicos de fotos-recuerdo, la escenografía muestra fotos de familia singulares: se puede ver a Pedro Almodóvar rodeado de sus padres, sus dos hermanas y su hermano, o solo, en diferentes momentos de sus años de infancia y adolescencia. En estos marcos se pueden apreciar otras fotos de familia: las de personajes de las películas de Almodóvar, que a su vez también se ven muy a menudo atrapados por las imágenes de su pasado. Por ejemplo, Clara mirando una foto de Víctor de niño ( Carne trémula) o Ricki sosteniendo fotos de su infancia (¡ Átame!). La importancia de la familia, y de forma más general, de los orígenes, se ve así sugerida a la vez en el plano biográfico y en el plano creativo, del lado de la realidad y del lado de la ficción. En la vitrina como tal del mueble de exposición, se reúnen elementos que reflejan el origen de una pasión por el cine: un álbum muy colorista realizado para coleccionar fotos de actores, la cámara Súper 8 del joven director, rastros de sus primeros escritos... Los cimientos de una carrera. 2. Almodóvar y Madrid, dos emblemas Un espacio más sobrio, favorecido por una luz natural filtrada con sutileza, está dedicado a la relación que une al cineasta con Madrid. Suelo y paredes en diversos tonos de gris, así como la dimensión alargada y alta del espacio, acentúan el aspecto urbano de dicha sección. Dos grandes cicloramas decorados por ambos lados, situados a un lado y al otro de dicho espacio, le dan a la sala la dimensión de una callejuela madrileña. El espacio se abre a continuación sobre el ventanal del edificio, decorado con filtros impresos con paisajes de Madrid, que crean una perspectiva que mezcla, en sobreimpresión, el verdadero cielo de París y el de la mencionada ciudad cinematográfica que Pedro Almodóvar ha elegido para sus ficciones. En este caso, se trata de evocar la relación, tan intensa, que se ha establecido entre el cineasta y la capital española: se ha convertido en la encarnación de la renovación y de la vitalidad madrileñas, a la vez que la ciudad se convertía en el emblema de un frenesí apasionado, típicamente «almodovariano». Al final, cada uno se convertía en el símbolo del otro. A la izquierda de este ventanal central, el espacio se dedica a Pedro Almodóvar; a la derecha, a Madrid. Su dimensión simbólica se pone de relieve a través de dos «acumulaciones de imágenes»: por un lado, retratos del cineasta, por el otro, fotos de Madrid, sacadas de sus películas, o tomadas por él mismo. Dichas imágenes se han impreso sobre un papel pintado,pegado a la pared, como un cartel. En cada uno de estos dos espacios, se exponen obras pictóricas, que se hacen eco del tema tratado. Del lado «Almodóvar»: un cuadro, Máquina de cine, (obra de Sigfrido Martín Begué, y considerado por Almodóvar como un cuadro emblemático) que simbólica, los talentos indispensables del artista de cine. Del lado «Madrid», dos cuadros hiperrealistas de Antonio López que reproducen dos amplias vistas de la ciudad. Asimismo, dos pantallas de proyección muestran, de un lado y otro, escenas de películas de Pedro Almodóvar donde Madrid se encuentra en el centro de las miradas, como el arranque de Carne trémula. De esta forma, el lazo entre Pedro Almodóvar y su ciudad se traduce visualmente, a través de esta serie de paralelismos, y se ve reforzado por el hecho de que para llegar al ventanal central,el visitante atraviesa un espacio dominado por fotografías sacadas por el mismo Pedro Almodóvar y que representan los carteles de sus propias películas inmersos en la realidad de la ciudad (ya sea Madrid o París), así como autorretratos (Almodóvar escudriñando su propia imagen como un misterio, lo que le empuja a captar imágenes perturbadoras, casi impúdicas). 3. De lleno en el cuerpo Los visitantes entran en un vasto espacio relativamente claro, dividido en varios centros de interés. La claridad de los muros destaca gracias a pinceladas puntuales de colores, precisas, que animan el espacio y marcan las transiciones entre los diferentes temas abordados En el suelo, señalando la entrada, una colchoneta de gimnasia, inspirada en la que se utiliza en Hable con ella y que muestra diferentes ejercicios de elasticidad, marca «el camino a seguir»: el del cuerpo. Remarcado de inmediato por dos campanas de cristal que custodian sendos trajes de torero (versión femenina por un lado, en Hable con ella, versión masculina por otro, en Matador). El torero es ese cuerpo vestido con afectación (teatralizado) que da la muerte, y que cada día la arrostra él mismo. Un cuerpo glorioso a la par que frágil, como todos los que se encuentran en esta parte. A la izquierda, la pared dibuja una curva, antes de tomar volumen: ahí se encuentra un escaparate. Se han instalado dos maniquíes: uno lleva el traje «corps nu» [cuerpo desnudo] de Jean-Paul Gaultier, que se puede ver en La mala educación, y el otro es un cuerpo desnudo, únicamente «vestido» con algunas fotos, pegadas con lazos y vendajes, que recuerdan la importancia del cuerpo, en todos sus estados, en las películas de Pedro Almodóvar ( Hable con ella, Carne trémula, Kika...). Sobre todo, si se tiene en cuenta que algunas fotos las sacó Pedro en el rodaje de Hable con ella (Mujer yaciente y su réplica, El gabinete del Doctor DDT II, La cama de la mujer sin cabeza, El salto definitivo...). En la misma pared se exponen cuadros y collages que versan sobre el tema del cuerpo: Persona ( Las Hilanderas) de S.M. Begué, o dibujos de Carlos Berlanga, que se pueden ver en ambos casos de forma explícita en películas de Almodóvar (ya que forman parte de su Colección). Asimismo, será la ocasión de mostrar dos fotografías de Mario Giacomelli, en torno al tema del cura, motivo que se despliega de nuevo en las escenas de gimnasia de La mala educación. A la derecha, el muro se continúa con una pared de exposición antes de dejar paso a una recámara donde está instalado el «espacio déco» dedicado a la cama, otro tema derivado del tema del cuerpo. Detrás de un tul, se recrea una habitación imaginaria, en la línea de un decorado de cine. Tratado de una manera más «decorativa», partiendo de diferentes muebles presentes en las películas de Almodóvar (a los que se suman muebles emblemáticos de Garouste et Bonetti, admirados por el director), dicha recámara «secreta» está aislada del espacio de la exposición por una serie de velos blancos que alcanzan el techo, sobre los que se proyectan imágenes que muestran todo lo que engloba el espacio de la cama en las películas de Pedro Almodóvar. La sexualidad ( ¡Átame!, La mala educación), la muerte ( Kika, La ley del deseo, Tacones lejanos), el refugio ( Laberinto de pasiones, La flor de mi secreto)... El interior de la recámara se organiza alrededor del lugar central de una gran cama, coronada por un montaje de imágenes pías realizado por Pedro Almodóvar (y que se puede ver en ¡Átame!). Sobre la cama deshecha, se proyectan en horizontal algunas de las escenas de amor más bellas rodadas por Pedro Almodóvar: la de ¡Átame! o la de Carne trémula. En el lado del velo que da a la recámara también hay carteles colgados (La ley del deseo, ¡Átame!) en los que aparece una cama. Al fondo del espacio «De lleno en el cuerpo», hay un rincón íntimo dedicado a la voz, es decir, al cuerpo separado de su materialidad. Jean Cocteau, autor de La voz humana, monólogo citado en La ley del deseo y en Mujeres al borde de un ataque de nervios, está aquí presente a través de cinco dibujos eróticos originales, que figuraban en uno de los decorados de ¡Átame!, y a través de los carteles (el de Matador, realizado por Carlos Berlanga, y cercano a la estética de Cocteau). La pared del fondo está ocupada por una gran serie de fotos enmarcadas, que muestran personajes al teléfono en las películas de Pedro Almodóvar. Este espacio transmite a los visitantes una sensación de intimidad. Cuatro pequeños sillones de cuero permiten sentarse y al descolgar el auricular del teléfono se pueden oír los diálogos de las películas proyectadas en las pantallas empotradas en las dos pequeñas mesas bajas ( Mujeres al borde un ataque de nervios, La ley del deseo, y dos adaptaciones cinematográficas de Cocteau: Amore de Roberto Rossellini y Le Bel Indifférent [El bello indiferente] de Jacques Demy). En el muro que da al espacio de exposición siguiente, se ha instalado una auténtica cabina pública de teléfono, guiño a los años pasados por Pedro Almodóvar en Telefónica, pero también una invitación lanzada a los visitantes para que entren en el mundo del cineasta, para que se conviertan, ellos también, en «personajes al teléfono». Más allá, antes de entrar en la sección siguiente, una última recámara sobre el tema del cuerpo situará frente a frente una pantalla (con películas) y un cuadro de Francis Bacon, que oscila entre mutilación y erotismo (en este sentido, en clara consonancia con el director de Kika) y titulado Study from the human body [Estudio del cuerpo humano], 1987. 4. La Figura Humana En prolongación del espacio anterior, esta parte conserva las mismas características de iluminación y de colores pero integra una larga estantería (o friso de fotos) a lo largo de todo el recorrido para arrastrar a los visitantes hasta el corazón de las ficciones imaginadas por Pedro Almodóvar: aventuras del corazón, historias de amor, de mujeres y de hombres, y de todas las parejas posibles e imposibles. Todo ello a través de una selección de rostros que cautivan la mirada. De hecho, Pedro Almodóvar es un cineasta del rostro, ya sea al desnudo, escondido tras un pañuelo, un casco, un velo o gafas de sol, pero siempre en primer plano. Almodóvar se apasiona rodando su emergencia en el mundo. Para desarrollar su arte de la mejor manera posible, el director se convierte entonces en escultor de luz: se acerca lo más posible a sus actores, les escudriña la mirada, reproduce lo que ellos tienen que hacer con los labios o con las cejas. Hombre-rey en medio de esas mujeres por moldear (como antes que él Mizoguchi, Ophüls, o Bergman), como lo haría un poeta al acorralar a la humanidad en lo que ésta tiene de más manifiesto. A la vez, sabiendo que lo que se exhibe también se oculta: la mirada está fuera, pero también está en el interior. La pared principal sigue siendo curva (prolongando la de la parte anterior). Por encima del friso de fotos del rostro, la exposición muestra diferentes obras sobre el tema de los iconos masculinos (los play-boys de Bruce Weber) y femeninos (las pin-ups de Dis Berlin, de Vargas y de Felipe). Asimismo, se brinda la ocasión de descubrir el trabajo sofisticado que lleva a cabo Juan Gatti a partir de la materia misma de las películas de Almodóvar, pero reinterpretándolas de una manera totalmente personal y original (los retratos de Penélope Cruz, Marisa Paredes o Leonor Watling). Alrededor del tema del rostro, el visitante se detendrá finalmente en una serie dedicada a la deformación del rostro. ¿Hasta dónde llega la humanidad? ¿Dónde comienza el resto? Serán los rostros pixelados, desdoblados, esquizofrénicos o mórbidos: en esta línea se sitúan El autorretrato de Picasso moribundo, los carteles de Juan Gatti sobre la Doble Identidad, las máscaras de Maruja Mallo o de Guillermo Pérez Villalta. Una mezcla compleja de belleza y de fealdad, de verdad y de mentira, que conforma toda la complejidad estética y ética del cine de Almodóvar. Dicha serie estará instalada al mismo tiempo en la prolongación del muro curvo principal y en la pared situada justo enfrente (una amplia superficie blanca y alta, a través de la cual, a modo de aspilleras, se adivina el espacio Pop). Sobre este último muro, en lo alto del bajo cimacio, el visitante podrá detenerse para escuchar las canciones de amor gracias a un sistema de auriculares: canciones que hablan de la pasión, a menudo desgraciada, que une y luego separa a los que se aman: «Soy infeliz» en Mujeres al borde de un ataque de nervios, «Ay amor» en La flor de mi secreto, «Un año de amor» en Tacones lejanos o «Lo dudo» en La ley del deseo. Las letras de dichas canciones están impresas sobre un cilindro giratorio, en español y en francés, al lado de los puestos de escucha. 5. Pop Es el espacio más cerrado y a la vez más abierto de la exposición. Está situado bajo una cristalera cenital, ampliamente abierta al cielo. Parecido a un piso de proporciones improbables, (más de diez metros bajo la cristalera), dibuja una especie de caja gigantesca, bañada de luz natural apenas tamizada por filtros de colores, donde los visitantes asisten de pronto a una aparición de colores, de objetos eclécticos, de imágenes por doquier, que recuerdan lo que en un principio forjó la reputación de Pedro Almodóvar: el frenesí colorista, la energía de las composiciones visuales. En definitiva, su recuperación personal de los cánones estéticos de la Movida y de la cultura Pop en general. Aquí las paredes y el suelo están pintados de diferentes colores característicos: amarillo, rojo, azul..., y el ambiente también es sonoro, con las músicas pop del famoso duo de la Movida «Almodóvar-MacNamara». A la izquierda y enfrente del visitante al entrar, el espacio está consagrado por completo al espíritu de la Movida. En concreto, a los trabajos de los fotógrafos Ouka Leele y Alberto García Álix, así como los cuadros de Ceesepe (para los títulos de crédito de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón) y del dúo Las Costus (visibles en particular en Pepi, Luci, Bom), principales actores y testigos de la Movida. Una época que resurge a través de los retratos de sus figuras más representativas. Las dos paredes más amplias, abiertas por un lado al espacio «De lleno en el cuerpo» y del otro al espacio déco «Canapé», reúnen obras de diversa naturaleza (fotografías, pinturas, collages), así como bibelots, presentados en un inmenso altar circular (tal y como se conserva normalmente en casa del cineasta). El conjunto crea una sensación de creatividad llena de abundancia, de apetito visual insaciable y de fetichismo. Resaltarán los motivos ligados al exotismo, a la naturaleza, a la imagen religiosa, o a la abstracción lírica. Será el reino de los brillantes artistas españoles contemporáneos de Almodóvar, cuyos lienzos se usan en sus películas como tantos otros emblemas (casi estandartes) de una época: entre ellos, el trabajo de Dis Berlin, de los hermanos Palau, de Manuel Quejido o de Carlos Franco, a los que se suman algunos lienzos con estética de bazar que el director descubrió a lo largo de sus viajes. En el extremo derecho de este estrecho espacio, una sala delimitada por los cimacios (más secreta y calafateada) está dedicada a la famosa novela fotográfica «Patty Diphusa en Toda tuya» publicada en el número 32-33 de la revista El Víbora (1982). El guión es de Pedro Almodóvar, las fotos de Pablo Pérez Mínguez. Fabio McNamara hace aquí el papel de Patty Diphusa. Las placas fotográficas de esta novela fotográfica se ampliarán, poniendo de manifiesto el gusto de Almodóvar por el humor, la trasgresión y la sacralización de lo cotidiano. En conjunto, esta parte, muy rica y condensada, no tendrá menos de 25 cuadros. Al salir de dicho espacio, el visitante aterriza en el espacio canapé. En las películas de Almodóvar, se puede ver esta escena original: chicas jóvenes, mujeres, se sientan en un canapé, charlan, y la ficción arranca... Dándole toda su importancia a este elemento del mobiliario, este espacio está ocupado, sobre todo, por un canapé de proporciones espectaculares, 1m50 por 7. Construido ex profeso para la exposición, está decorado con numerosos cojines sonoros: integrados en estos mullidos cojines, hay pequeños altavoces que permiten a los visitantes escuchar, al sentarse, voces de mujeres cotorreando en las películas de Pedro Almodóvar. Los visitantes pueden ver dichas películas en la pared contra la que está apoyado el canapé. El suelo está cubierto con una gran alfombra de colores. La exposición reúne aquí una serie de fotos de películas de Pedro Almodóvar donde aparece un canapé, pero también obras ligadas directa o indirectamente a estos aspectos del pop. Obras realizadas por artistas conocidísimos, que han jugado un papel fundamental en la estética de Almodóvar: Henri Matisse (por su trabajo sobre el color), Robert Mapplethorpe (entre otros, un retrato de Andy Warhol), Maruja Mallo (pintora latinoamericana, cercana a los surrealistas). 6. Lo escrito Teatros, guiones, novelas, diarios íntimos o artículos de periódicos: dentro de las películas de Pedro Almodóvar se despliega una pasión por lo escrito. Este espacio, sobrio y cuadrado, saca a la luz dicha pasión en todo su esplendor y diversidad. La pared de la izquierda está dedicada a la proyección de fragmentos de películas, en concreto La flor de mi secreto, con la escena de la visita al corazón del diario El país, y también de títulos de crédito en los que se despliega la inventiva gráfica de Pedro, en complicidad con su diseñador Juan Gatti. La pared de la derecha presenta una máquina de escribir, (tal y como se puede ver en La ley del deseo o La mala educación), sobre una columna y protegida por una pantalla de plexiglás, como una auténtica obra de arte. Por encima, y alrededor, hay colgadas hojas de papel sobre las que se pueden leer, escritos a máquina, diálogos extraídos de películas de Pedro Almodóvar, que reflejan en concreto la importancia que para él tiene el escritor Truman Capote. Cada una de estas hojas blancas está iluminada por una «pequeña bombilla tipo vela», que se encuentra sobre una estantería muy estrecha situada bajo las hojas: el conjunto adquiere así el aspecto de un altar, levantado en honor de la escritura. La pared del fondo está ocupada por una biblioteca, equipada con focos de mesa, donde se han dispuesto libros de acceso libre (para evitar hurtos, todos los libros incorporarán un sistema de seguridad). El visitante puede ir a sentarse para consultar los libros de esta biblioteca ideal: se le dará prioridad sobre todo a libros sobre la obra de Pedro Almodóvar (en diferentes idiomas), así como a varias versiones (también en distintas lenguas) de su novela Patty Diphusa. Además de la parte de libre acceso, se mostrarán en una vitrina a ambos lados de la biblioteca abierta novelas propiedad de Pedro Almodóvar, guiones, fotos de sus películas ligadas al tema de lo escrito, así como revistas donde él escribió (El Víbora, en la época de la Movida, El País, en el momento de los Oscar para Todo sobre mi madre...). Por encima de dicha biblioteca, se presentarán obras principales (en dos dimensiones) de Ettore Sottsass sobre el tema de la máquina de escribir. En el pasillo que conduce al espacio de exposición siguiente, toda una pared forrada de papel pintado se dedica a la investigación gráfica, sobre títulos y nombres, que Pedro Almodóvar llevó a cabo con Juan Gatti tanto para sus ficciones (El Azar en La mala educación) como para su film ¡Átame!. Otra señal de la relevancia de lo escrito. 7. La vida espectáculo Sentados, fascinados, delante de un aparato de televisión, los personajes de Pedro Almodóvar descubren de pronto un anuncio sorprendente, información que lo cambia todo o una película que les habla de su vida: esta escena, que se puede ver tanto en Kika como en Mujeres al borde de un ataque de nervios, en Tacones lejanos o en Hable con ella, les toca ahora «protagonizarla» a los visitantes de la exposición. De hecho, se les invita a ver tres televisores en los que se ponen programas raros y sorprendentes: shows televisados en los que participó Pedro Almodóvar, en la época de la Movida como en la de Todo sobre mi madre, películas que él mismo ha realizado fuera del marco habitual, como el cortometraje Tatuaje o el mediometraje Amantes de lo prohibido. Estas televisiones también muestran fotos fijas de personajes de varios films de Pedro Almodóvar delante de la televisión. Detrás de estos tres aparatos de televisión de libre acceso (el visitante puede hacer zapping), se ha recreado un espacio-tele ficticio completamente decorado: papel pintado en la pared, decoración con un sillón de Franck O. Gehry (los que se usaron en ¡Átame!), una mesa baja y una lámpara, elegidas siguiendo el gusto de las películas del cineasta. En el suelo, la decoración se completa con una moqueta de color. La exposición se centra especialmente en dos collages realizados por Pedro Almodóvar a partir de imágenes de la retransmisión de la ceremonia de lo Globos de Oro por televisión. A continuación, los visitantes entran en un espacio consagrado a todas las formas de representación y de espectáculo presentadas en la obra de Pedro Almodóvar, y en concreto, a las de la canción, al ver a los espectadores de Hable con ella asistir al recital íntimo de Caetano Veloso. Esta imagen se proyecta sobre una gran pantalla de tela, que tiene forma curva y está situada frente a la pared de la derecha. La otra visión que los visitantes tienen de entrada es la de la pared del fondo: una foto muy ampliada de Marisa Paredes saludando delante del telón rojo de un teatro. Se crea de esta manera la atmósfera adecuada. En la pared de la derecha, cubierta de terciopelo rojo, se pueden ver, colgados por cables, carteles de espectáculos o de películas que aparecen o se citan (como las películas de Enrique Goded en la ficción de La mala educación) en los films de Pedro Almodóvar. Tras la superficie curva de la pantalla, los visitantes descubren un espacio de representación que recuerda a la vez a una sala de conciertos, un teatro y una sala de cine. Delante de una pantalla de 4,50m. de base, bordeada de una tarima evocadora del teatro, están dispuestos los asientos. Son de madera oscura, con banqueta y respaldo en terciopelo rojo. Detrás, la pantalla curva sigue siendo visible, con la imagen de los espectadores del recital de Caetano Veloso. Por lo tanto, en cierta forma, los visitantes de la exposición pueden sentarse entre ellos, para asistir, proyectados ante ellos, a algunos espectáculos sacados de las películas de Pedro Almodóvar: Loles León cantando en ¡Átame!, el show «al aire libre» de Entre tinieblas o de Tacones lejanos. Detrás de la pantalla, los visitantes acceden a los bastidores del espectáculo, un camerino cuyo elemento decorativo esencial es un gran espejo. El espacio está iluminado de manera íntima, con una tenue luz indirecta, y el espejo destaca casi como una nueva pantalla blanca. Una mesa con algunos accesorios específicos propios del camerino de una actriz (polveras, barra de labios, cepillo, etc.) y dos sillas se apoyan contra el espejo. El visitante se transforma a su vez en actor al sentarse frente al espejo. Como en Todo sobre mi madre, en la que Marisa Paredes había colocado algunas fotos por las que sentía especial cariño en el espejo de su camerino, el espejo está aquí cubierto de fotografías de películas que Pedro Almodóvar aprecia sobremanera ( Cat on a Hot Tin Roof [La gata sobre el tejado de zinc], All about Eve [Eva al desnudo], Splendor in the Grass [Esplendor en la hierba], Opening Night [Noche de estreno], Mommie Dearest [Queridísima mamá], Two Weeks in Another Town [Dos semanas en otra ciudad], El ángel exterminador, Mildred Pierce [Alma en suplicio], What Ever Happened to Baby Jane [¿Qué pasó con Baby Jane?]). Estas imágenes arrojan luz en retrospectiva sobre algunos aspectos de la exposición y anuncian, en parte, la carta blanca del cineasta en una de las salas de la Cinemateca francesa. 8. Salida Se sale por un pasillo del que una parte está dedicada a la presentación del nuevo film de Pedro Almodóvar, Volver, a través de la presentación exclusiva de una escena de su making of. El espacio toma entonces los colores con los que se identificará a Volver. A la izquierda de este pasillo, justo antes de la salida, los visitantes tienen acceso a una pequeña tienda donde se pueden adquirir los libros, DVD y diversos productos relacionados con la exposición. *** Fuente Internet y sitio que consultar : ¡Almodóvar Exhibition! |
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