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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2004-04-07 | [This text should be read in espanol] |
· Texto Ãntegro leÃdo en Madrid en la manifestación del sábado, 20 de Marzo, contra la guerra, una parte del cual leyó la escritora española Almudena Grandes.
Madrid, la capital moral de Europa José Saramago (Premio Nobel de literatura, 1998) La Jornada ¡No a la guerra! ¡Sà a la paz! ¡No la ocupación!¡Sà al derecho de vivir libres! Hoy por hoy, Madrid es la capital moral de Europa; por su-puesto que no es la capital polÃtica de los europeos ni la capital económica ni mucho menos la capital militar. Pero sà es, clara y rotundamente, la capital moral de esa Europa a la que osaron llamar "vieja" algunos que de Europa sabÃan y saben muy poco, y que de su supuesta juventud presumÃan demasiado. Los 200 muertos del infame atentado del 11 de marzo van a quedar para siempre en la memoria y en el corazón de Madrid. Cada uno de ellos será en esta ciudad una imagen que encontraremos por las calles. Cada uno de ellos una mirada que nos interrogará al pasado. Cada uno de ellos una exigencia y un compromiso. Al dÃa siguiente, con los ojos llorosos y el dolor pegado al alma, Madrid salió en masa a la calle. Y con Madrid salió España entera de sus casas. Por España salieron Europa y el mundo. En muchas ciudades y pueblos al otro lado de las fronteras sonaron las campanas de las iglesias y las sirenas en las fábricas. Y todos los minutos de silencio cumplidos se hicieron muchas horas de duelo. Madrid no estaba sola. España no estaba sola. Una onda de solidaridad empapada de lágrimas enseñó a todos en un clamor unánime contra la barbarie terrorista. Un clamor general contra el terrorismo interno y externo y también, como consecuencia de un crimen tal, contra todos los demás terrorismos de todos los colores y facciones: los del negro y los del azul, los del verde y los del marrón; na-die ignora que esos colores nefastos se ti-ñeron en nefastas camisas en el pasado. Nadie puede ignorar que hoy, bajo la capa de los mejores propósitos y las más protectores intenciones, nuevos autoritarismos están amenazando el mundo. Llevan las camisas debajo de la piel, pero la sed de poder es idéntica. Los procesos han cambiado, sin embargo, los objetivos son los mismos. Hace un año, millones de personas bajaron a la calle para gritar "¡No a la guerra!" e intentar asà cortar el camino a aquellos que se empeñaron a entrar en nombre de la guerra preventiva a lo que simplemente es terrorismo de Estado. Muchos de nosotros estuvimos aquà y levantamos pancartas de paz y gritos de esperanza, pero la guerra no se detuvo. Para el señor George W. Bush, y sus dos acólitos principales, los señores Tony Blair y José MarÃa Aznar, nosotros, en el mejor de los casos, éramos unos pobres ingenuos, mentalmente incapaces para comprender la sublime majestad de la gesta bélica que se preparaba. Y en el peor de los casos, unos miserables traidores a la civilización occidental que no nos merecÃamos el pan que comÃamos. No importaba que la famosa gesta bélica fuera sólo un entramado de groseras manipulaciones y falsedades. No importaba que de cada tres palabras que ellos proferÃan, dos fueran mentirosas y la tercera dudosa. No importaba que los motivos ofrecidos para desencadenar la guerra se derrumbaran hechos añicos a los pocos dÃas. Empecinados en la estrategia del engaño sistemático como instrumento de maniobra polÃtica, Bush, Blair y Aznar dedicaron sus oficios y quehaceres y a pasear por el mundo sus impagables narices de Pinocho. El año que ha pasado entrará seguramente en la historia como el tiempo en el que más mentiras han sido dichas en el mundo. Y vosotros, y nosotros, los miles y miles que habéis salido a la calle hace un año, a primera vista, terminadas las manifestaciones, no habéis hecho nada más que volver a casa como si, vencidos y humillados por las mañas y la mentira organizadas, de re-pente os hubiera faltado la propia conciencia de vuestras razones. Hoy, aquÃ, podemos afirmar que no fue asÃ. Las movilizaciones de protesta y de reivindicación de la paz, reunidas en Madrid y en toda España, se fueron convirtiendo sin que os diérais cuenta en el rÃo Guadiana que deja la superficie de la tierra para conseguir su camino debajo del suelo. Y a la manera del Guadiana, en otro rÃo oculto en el que os habéis transformado, ascendió de súbito y cuando nadie se lo esperaba a la superficie. Sucedió eso en el dÃa 14 de marzo del año 2004. Que no tiene que ver una cosa con la otra, dirán algunos. Pero sà tiene que ver, que sacudidos por el dolor, ahogados por las lágrimas, la palabra paz volvió a encontrar el camino de nuestras gargantas y el "¡No a la guerra!" retomó su primera fuerza para luego doblarla y hasta multiplicarla. Lo que parecÃa dormido despertó y a partir de ahora nada ni nadie os podrá callar. ¡No a la guerra! ¡No, no, no, no y no!
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