Erwin Rohde medita a la orilla del plácido lago
y un cisne blanco se dirige hacia él batiendo las alas,
el filólogo no tiene otro recurso
y sube a la embarcación elástica tirada por el cisne
a rescatar la amada prisionera sin romper la cárcel del castillo.
La cólera de un súbito mistral
salido de las entrañas idílicas de Provenza,
derrama los toneles de vino del Ródano;
y no se puede llorar sobre vino derramado
Sófocles ahogándose con el ácido de las dulces uvas...
A la luz de la luna fría incapaz de quemar con su luz pálida
se refleja la pátina de los manuscritos,
la ópera que revienta las amígdalas del tenor heroico
atraviesa la estancia,
y se hace tangible la filosofía sánscrita.
El niño malcriado y lunático
lo importuna enviando cartas a favor de Taine,
la liga secreta transformada más tarde sin escándalo
en la liga extraordinaria,
va ornando los contornos del sello
con el blasón de la filología hindú.
Anillo digno de lucir en la mano del héroe
las conversaciones de aquella masonería,
después aparecen agrupadas
en un círculo filológico.
Miscelánea de opiniones sueltas al azar
encuentran tiquete en un barco genovés,
naderías que pretenden ser poemas
terminan confundidas por los mansos gruñidos
de un perro dálmata.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia