La imaginación mía es un pez
que sale volando por la ventana,
arduo y fugaz que se encandila
en la imagen de San Juan asceta,
pobre servidor de los pobres,
con sus cantigas que a donde fuere,

de ti me van mil gracias refiriendo.

Sigue volando el pez.

Habráse visto que Dios digne
levantarse de su postura habitual,
para mandar traer los ojos de Yepes
a Su comparecencia.

El pez está en el aire.

Y habrále dicho Juan de lo divino
de Su imagen, no supiera Dios de su grandeza,
y habrále dicho Juan de su alma pequeña y agradecida.
O habrá callado Yepes, para beneficio de los ojos,
donde imágenes siegan Sus liras afiladas.

Sigue volando el pez,
pero Dios sigue siendo yeso.