Repican los tambores
en lo hondo de la enmarañada selva,
repican, retumban...
rojo corazón perseguido.

La histeria se mueve,
como negra pantera
ruge implacable;
La presa inesperada, será suya.

El sol imperturbable
marca las horas, en el segundero
una súplica se desliza.
No hay eco.

Avanza, avanza tiempo,
oculta entre tus pliegues transparentes
la parodia del amor
consumada es.

La aurora de las verdes hojas
se derrama en el rocío -teñido de rojo-
entre los dientes lleva su presa,
atrás, sólo una huella queda.

Es, un alma más que llora,
sentimiento que se rompe
en la barrera del desamor
por un depredador que vence.

Llora triste la noche
una víctima más…
mientras el frío verano maldice
a la cómplice oscuridad que ríe
elevando al alba su trofeo...