El mero hecho de conocer a ciertas personas y darse cuenta cómo con el tiempo el medio te dice encuádrate o loquéate, es algo digno de mención; dicen que quien mal anda mal acaba, pero a veces existen ciertas piezas sueltas que encajan en un rompecabezas carente de forma y tonifican esa vacuidad.
Como la historia de Rencco, un tipo bullicioso que podría calificarse según la psiquiatría, (para mí una estupidez más en estos tiempos de crisis y etiquetas) como un F.44.8. Una persona a la que simplemente le dan de comer y muerde la mano sólo podría obtener el calificativo de homúnculo.
Las ceremonias de éste personaje se basaban en el hecho de vivir la vida al máximo, corriendo cualquier riesgo; este estilo le costó prontamente un divorcio temprano con la familia y, un internamiento en esos centros de rehabilitación muy de moda en nuestro medio en los cuales los guías se prenden con los internos y todo termina en una humareda que sólo esconde momentáneamente esos rostros llenos de pánico. De centro en centro y de robo a estafa Rencco pareció encontrar las bases espirituales de su filosofía; hasta que un buen día la paternidad irresponsable lo llevó a un estado álgido de lucha entre el bien y el mal; excretando lógicamente la vileza por sus poros, abandonó a la que iba a ser su esposa, Vanessa, mujer de mirada triste y lágrima alegre y volvió prontamente a sus andadas; pero dice el vulgo que existe un roto para un descosido, otros más doctos hablan de la atracción de semejanzas de la personalidad; Renco al salir de otro centro de rehabilitación, según él, en el cual recaudaba fondos para operar a un par de niños que tenían un problema cardiaco, conoció a su pareja perfecta, una mujer algo mayor que la parecer vio en él a su espejo. Esta dama llamada Eva era dueña de una agencia de publicidad y lo puso de frente como gerente de ventas, para esto le compró un título de Master en Publicidad y lo vistió a su manera; pero los grandes y sucios actos de Rencco salieron nuevamente a flote y le robó unos cuantos miles de dólares a Eva; por todo lo detallado se podría pensar que Rencco iba a acabar en grandes aprietos pero no, no fue así, Eva lo perdonó y ahora viven felices en un penthouse de una de las zonas más fichas de Arequipa; de aquí podemos ver que a veces quien mal anda no acaba tan mal, dada sus limitadas aspiraciones Renco vive plenamente, gana más que cualquier maestro o catedrático y en su mundo es feliz por ahora; ¿pero acaso a él le importa el mañana?,no pretendemos hacer una apología sobre los malos hábitos, tan sólo mencionar una historia real, cuyos nombres han sido cambiados para proteger a inocentes y culpables.