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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2006-04-17 | [This text should be read in espanol] | Una noche mas, un lugar mas entre todos los lugares que nos circundan y vigilan tenazmente, ferozmente; una pareja similar, quizás a otra, quizás a ninguna; las respuestas se anteponÃan a las preguntas, los destellos al brillo. Los brazos de ella lo envolvÃan de una manera casual pero a la ves eran abruptos, exigentes. Él retozaba al pie de las brazas ardientes y rojas; como su pasión, estas dibujaban formas a veces inamovibles, indescriptibles pero susceptibles al cambio continuo que las llevarÃan irremediablemente a ser simples cenizas esparcidas al viento y al tiempo, nuestro implacable asesino; contendrÃan solo el recuerdo de aquel encuentro, que se convertirÃa finalmente en algo que pudo no haber sucedido jamás; quizás en un sueño nunca soñado. Él acariciaba todo su cuerpo, generoso y fértil como los de antaño, salvaje y frondoso. Ellos no habÃan cruzado palabra alguna; muchas veces las palabras no hacen mas que entorpecer de una forma deliberada los sentimientos, se vuelven obstáculos; como trajes de asbesto, te hacen inmune al fuego. Ellos lo sabÃan, lo tenÃan muy claro; solo le jugaron al amor, no interesaban los nombres, ellos supieron las reglas al mirarse a los ojos; también sabÃan lo que era la soledad, madre de ciertas asperezas del alma, refugio de algunos hombres que se han perdido en sus delirios y en sus pesadillas, que han jugado sus cartas, echado sus dados y han querido perder. Ellos seguÃan juntos como si fueran uno, solo oÃan una música y se movÃan acompasadamente a ese ritmo, que en realidad no era otro que el sonido de sus agitados corazones, su respiración crecÃa y decrecÃa paulatinamente, el ardor era cada ves más penetrante. Eran solo los dos, ya nada importaba mas que el ansiado éxtasis final, el cual podrÃa tal vez demorar una eternidad o llegar en ese instante y coronarlo con espinas y diamantes, con oro y de repente con una cruz; eso aún no lo sabÃan, solo se besaban y vivÃan, se amaban y compartÃan un momento divino y carnal. Ya estaban cerca de la preciada luz, esperada vanidad, madre de la imperfecta y alterable humanidad, dueña de algunos pero cómplice de todos. Esperaron el final, lucharon por derramar el elixir de la vida que el universo gratamente les habÃa otorgado, se sumieron en una batalla expectante, electrizante, inacabable, casi martirizante. Un final inesperado tenia que acontecerles era parte del juego del amor, parte del azar y de la gran verdad; parte del ser y el estar. Ambos despertaron súbitamente en el mismo momento; el se encontraba en el norte, ella se encontraba a cuatro mil millas, en el sur. ¿Todo fue acaso solo un sueño?¿Ellos nunca se conocerÃan?. O todo fue parte de una gran verdad. Bueno eso no importa ya. Ahora es parte de un secreto que nadie jamás podrá develar.
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