Como en los viejos tiempos

Te recuerdo amiga, tu cabello peinado a la moda de los mediados sesenta, una cola de caballo que hacía ondear tu pelo al viento según caminabas. Te recuerdo con el uniforme de blusa blanca y falda vino tinto de pliegues, bien planchado como ameritaba el reglamento, zapatos negros y medias tobilleras blancas.
Te recuerdo en nuestros dieciséis años, cursando lo que entonces se llamaba el bachillerato en Humanidades o Ciencias en el Liceo. Nosotras en Humanidades, por supuesto. Y digo por supuesto porque la verdad no nos veíamos entre laboratorios de Física y Química, o disecando ranas en Biología.
Te recuerdo estudiando Castellano y Literatura, Filosofía, Psicología, Sociología y el Francés que junto al Latín y al Griego nos ponían la garganta de lija de tanto tratar de pronunciar y de comprender las declinaciones latinas sin artículos en el rosa-rosae.

Tomábamos el avión de la Historia Patria , la de América, o la Universal, junto con sus geografías, pero claro no podía faltar la intimidante Matemática, con su tabla de Alen y sus senos, cosenos , tangentes y cotangentes, que nada erótico describían, o la mejor sí, sólo que era Matemática y no lo veíamos asi entonces.

Te recuerdo amiga, estudiando a la sombra del árbol de almendrón frondoso de tu jardín y entre acentos agudos, graves y circunflejos, de repente , la mirada se nos iba y soñábamos con ser Misioneras en el África o en cualquier pueblo donde llevar el amor de Dios. Y entonces las mejillas se nos arrobaban, pensando en todo lo que pasaríamos, las privaciones, los actos heroicos pero plenos de humildad para llevar al redil de nuestras creencias a los que aún no conocían a la santísima Trinidad, ni a la Virgen, tarea titánica de hacer comprender lo que aún hoy sólo por la fé sigo.
Tú cumpliste nuestro plan, fuiste religiosa, pero mira, conociste en esa vida un destino distinto y te casaste al final. Tuviste hijos. Yo, seguí soltera y tuve en mis alumnos todos los hijos de sueño que cualquier mujer puede tener.

Te recuerdo hoy amiga del alma, porque eras del alma, eras paz, silencios, y compañía infinita en la solidaridad de la vida, te traigo a mi presente en la memoria, porque hoy al igual que ayer, quisiera tomaras mis manos, me miraras a los ojos y luego las dos al infinito, para sentir de nuevo esa paz amorosa que sólo a los dieciséis o dieciocho años se puede sentir cuando dos almas sienten que son una, partida en dos cuerpos.

Donde quiera que estés Betty, recibe en la amistad de siempre todo mi amor.




Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: cuando la nostalgia se anida en algún pedacito del corazón.
Octubre 25 de 2005