No reirá más, en los años grises
y sus dientes caerán con los vientos fríos;
y su pensamiento quebrado
rumiará e iluminará la amplitud de éste,
mi recinto alado.

Todos los desiertos azules que ignoran el fuego
y siguen despiertos por el verde deseo;
traspasan los barcos con el fundido acero,
que te lacera, que te desangra;
y que acerca a tus brazos, al voluptuoso deseo.

Los ojos de cartón, que despiertan con el alba
solo muestran a su paso miles de telarañas;
caudal de sombras se embarcan en su canto
y en su espalda la risa se convierte en llanto,
que rompe los huesos hasta hacerlos trizas

¡Y algún día traerán aquellos vientos
el aliento profundo que en un momento abracé,
siento aún la tortura en aquel páramo vacío
con el que nunca soñé!

¡Y esperaré en tránsito de viscicitudes
una clara sonrisa, que nunca
abandone mis lúgubres
noches de insomnio!

¡Y en vida podré soñar,
ya que en vida dejé de existir
y solo mis sueños alcanzarán
un lugar dulce y plácido
donde dormir!

¿Amanecer florido de ilusiones llenas?,
¿Promesas que nutren la carne
que ahora odia la existencia plena?