Vibran cuervos
en el amanecer descolgado de las cosas
indiferente, divinamente ajeno
al batir de las alas
al olor de las rosas
a la muerte que araña
en las alcantarillas.

Camino por las nubes.
Tantas veces lo he hecho.
Ahora las aparto con mis pies
y las arrojo a los abismos de las cosas
El reloj de la sala y tus ojos
guardan precipicios que se abren
cuando los cuervos de la tarde
emigran en azules bandadas
hacia la carne de la noche.

Otra vez el poema
es la entrada a otro mundo
que adelanta su hocico
y lo frota en mi sexo.

Mi voz perdura
en los pendones de la noche,
en los devaneos de la luna
en las cigarras
y los dinosaurios como espectros
que derriban el mundo lentamente
que lo aplastan
con sus prolongaciones invisibles
con sus gestos de monstruos
que no han llegado a ser
que no han llegado
a agitar sus carrozas en el viento
a pivotear la nao
que hiende el azur y los azules
pucheros de la luna.

Ahora
descalzo como siempre recorro
el rabo de la vida.

© Gocho Bersolari
Poeta